Dios te bendiga rica y abundantemente que la paz de cristo este sobre ti y tu familia, gracias por visitar nuestras página web una página dedicada a la historia de la iglesia de Dios Pentecostal M.I. en Puerto Rico. Es por este medio que te invito a que conozcas la historia de la sociedad de caballeros heraldos de cristo región de Puerto Rico para los años 50 y 60. Conocerás como hombres estando en una época de estrecha economía e intelectualmente limitado en su desarrollo, fueron emergiendo en una sociedad difícil con un propósito divino, llenos de valentía emergen en un ejército de heraldos donde consagran la vida a la bendita obra de Dios.
Cortesía de la Oficina de Historia, Iglesia de Dios Pentecostal, M. I., Oficina Región de Puerto Rico
Rdo. David Ramos Torres
Director
Esperanza Miranda
Asistente. Administrativa
Historia Sociedad de Caballeros
Libro: Una Iglesia Ungida para hacer Misión por David Ramos Torres.
Tomado de: Historia de la Iglesia Pentecostal M.I.
Una Iglesia Ungida Para Hacer Misión.
Ramos Torres David.
Editorial Pentecostal. Pags. 237-248
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Historia de la Iglesia de Dios Pentecostal, M.I.
Una Iglesia Ungida para Hacer Misión
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Publicado por la Editorial Pentecostal
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Historia de la Iglesia de Dios Pentecostal, M.I.
UNA IGLESIA UNGIDA PARA HACER MISIÓN
David Ramos Torres HISTORIADOR
La historia de la Iglesia de Dios Pentecostal, M.I., acantilada en el profundo mar del corazón de un pueblo, se ha vertido marcadamente por vía oral. De ahí, la urgencia de poner por escrito las memorias de este rebaño que marcha por los senderos del Señor por la tierra de borinquen y por el mundo.
Hoy esta obra marcha ungida, impelida por el fuego de Pentecostés, sobre la recia columna vertebral y el fuerte nervio de su fe, ayudando a la extencion del reino de Dios hasta lo ultimo de la tierra.
Ante la heroicidad de quienes sudaron con lagrimas y esperanza de lo que hoy se palpa, hay que marchar por los horizontes que el Señor de la Iglesia depara, que no serán distintos a los de ayer, pues la meta es la misma. El reto es la unidad, la visión, el conocimiento de lo divino y la santidad, hasta que «el Señor mismo, con voz de mando y con trompeta de Dios, descienda del cielo», por su Iglesia.