Pastora Ana M. Rosario Figueroa
Testimonio de la Pastora Ana M. Rosario Figueroa
Desde muy temprana edad el Señor vino tratando con mi vida. El Señor ministraba a mi vida a través de sueños. Recuerdo uno como si lo estuviera viviendo en estos momentos que redacto mi testimonio. Estaba en la calle caminando cuando de repente veo alrededor del horizonte, donde se une el cielo con la tierra todo envuelto en llamarada de fuego bien alta y la gente corriendo despavorida de un lado a otro, gritando y turbada. Yo me encontraba sola preguntando por mis padres y mis hermanos. Luego escucho que están gritando que el mundo se estaba acabando y la iglesia ya no estaba. Desperté asustada y preguntándome que sería ese sueño. A lo que a través del tiempo estaba comprendiendo que el Señor me inquietaba a buscarle. Era muy joven y no me atrevía decirles a mis padres. Ninguno de nosotros habíamos experimentado el nuevo nacimiento ni tan siquiera habíamos leído la biblia.
Nuevamente experimento otro sueño donde veo unas manos unidas con las palmas hacia mi vista y una copa de oro llena de aceite. Estos dos sueños retumbaban en mi mente por muchos años. Durante nuestra juventud mis padres habían decidido asistir a la iglesia tradicional entendiendo que había la necesidad de tomar en serio las cosas de Dios. Comenzamos a asistir a una de las iglesias tradicionales. En esas participaciones cuando iba de rodilla a hacer los rezos de costumbre no podía hacerlos porque irrumpía en llanto. Sentía que hablaban a mi espíritu y comenzaba a repetirle al Señor cada vez que me acontecía esta experiencia: “Dios siento que hablas a mi interior y me indicas que estoy sirviéndote de la forma incorrecta. Yo quiero servirte pero desconozco cómo hacerlo. Siento que no te agrada la forma en que te sirvo y te adoro. Ayúdame. Me siento vacía y lo que hago no satisface mi alma.”
Al cabo de varios años cuando mi padre comenzó a padecer de los discos por causa de mover un mueble pesado y solo, no podía hacer nada. Mi madre tenía que vestirlo y desvestirlo cuando tenía que ir a trabajar. Había sido hospitalizado por un mes en tratamiento. Lo enviaron a la casa ya que no había remedio. Tenía que colocar una madera debajo del mattress y con medicamentos y terapias por un tiempo. Hasta que lo desahuciaron. Ya no tenía remedio. Solo esperar que quedara inválido sin poder hacer nada más. Un día escuchando la radio escuchó al evangelista Yiye Ávila pidiendo que colocaran una mano sobre la radio como punto de contacto para la oración de sanidad. Solo tenían que poner su fe en Jesús y él obraría el milagro. Así fue para la Gloria de Dios. Cuando mi padre llegó del trabajo comenzó a hacer lo que antes no hacia hasta que nos contó cómo había ocurrido el milagro. Nos indicó que acudiría a una iglesia y aquel que quisiera acompañarle lo podía hacer, él no obligaría a nadie. Su compromiso era personal; él con Dios. Ahí es cuando decido ir con mi hermana menor de las mujeres, ya que somos cinco; dos varones y tres muchachas. Para ese entonces, tenía dieciséis años de edad.
Pasado el tiempo, a la edad de veintidós años tuve una nueva experiencia con el Señor que marcó mi vida hasta el presente. Fue estando en un culto en que acompaño a mi madre en una iglesia de Asambleas de Dios en Jehová Jireh. Esa experiencia en la que tus ojos espirituales se abren, y comienzo a llorar, desde el momento en que el Señor mueve mis pies a prisa hasta el altar para que respondiera a su llamado urgente de hacer un compromiso con él de servirle en espíritu y en verdad. Estuve llorando camino a mi casa y hasta que me acuesto y me quedo dormida. Al otro día me sentía como nueva y es cuando comienzo a darle mayor importancia al estudio de la palabra de Dios, a orar, ayunar, entre otras cosas relacionadas al llamado de Dios. Luego, me bauticé en las aguas por inmersión y alrededor de dos años fui bautizada en el Espíritu Santo. Pasaron muchas cosas en mi vida, pero esta experiencia me llevó a no abandonar al Señor por nada. Desde joven el Señor me llevó a predicar por casi todos los residenciales de Ponce, siendo mi primer mensaje frente a los Condominios La Ceiba en Ponce con el mensaje del ciego bartimeo. Allí se convirtió un alma para la Gloria de Dios. Doy gracias a Dios por sus misericordias y su inmenso amor que me han sostenido hasta el presente.
Dato Importante: La Hna. Anita Rosario Siempre se Distinguió por su Obediencia a la Palabra del Señor, Pastores y Líderes de la Iglesia, fue ella la Misionera de la Iglesia Pentecostal Cantera por muchos años. Fue también Maestra de Escuela Intermedia hasta que se jubiló, es muy responsable a la hora de tomar decisiones y no la toma no sin antes consultarlo con Dios y sobre todo esperar por su respuesta. Humanitaria, Comprensible, Responsable, Cooperadora, Respetuosa son algunas de las Características que Distinguen a Nuestra hermana hoy junto a su amado esposo James González la Hna. Anita hoy Conocida como la Pastora Anita Dirige su más grande Misión dada por el Señor en el Pueblo de Villalba donde ejerce su Pastorado.
Pastora Ana Rosario Figueroa
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